Esta influencia materna se mostró igualmente en su decisión de estudiar en la Escuela Normal de Maestras de Vitoria, lo que la llevaría a ocupar brevemente una plaza en una escuela de Santander para poco después trasladarse a Bilbao, donde se había instalado su familia tras la muerte del padre y donde su madre había fundado la Academia anglo-francesa. Allí montó varias cantinas y colonias para los niños más humildes, lo que le ganó la animadversión de los jesuitas, que querían mantener el monopolio de la educación, y la defensa de socialistas y republicanos, que veían en su labor la manifestación de sus principios de educación universal y laica.

En 1907 inició sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde permaneció un par de años antes de proseguir la carrera en la Universidad Central de Madrid, donde siguiendo su costumbre de ser la primera de la clase obtuvo el Premio Extraordinario. Durante estos años mantuvo una estrecha relación con su hermano, el escritor Ramiro de Maeztu, quien la introdujo en el círculo de los autores de la Generación del 98, entablando amistad con personajes como Unamuno y especialmente Ortega y Gasset, quien se convertiría en su mentor.

En estos años de efervescencia cultural, entró en contacto con la Institución Libre de Enseñanza y la Junta para Ampliación de Estudios, gracias a cuyas becas puede viajar a Inglaterra, Bélgica, Italia y Suiza para profundizar en sus conocimientos sobre los más novedosos métodos pedagógicos. En 1913 ingresó en el Centro de Estudios Históricos, dirigido por Ortega, y dos años después será ella misma la directora de la Residencia de Señoritas, institución hermanada con la Residencia de Estudiantes y desde la que promoverá la educación y la formación profesional de las mujeres. Allí dieron conferencias personalidades como Gabriela Mistral, Maria Montessori o Marie Curie.

Su implicación en los derechos de las mujeres no se quedó en el ámbito académico. Fue una firme defensora del voto femenino, incluso desde su posición como miembro de la Asamblea Nacional durante la dictadura de Primo de Rivera. También fue presidenta de Federación Española de Mujeres Universitarias (1921) y fundadora del Lyceum Club Femenino (1926), donde se reunió la élite cultural femenina de los años 20, con participantes como Victoria Kent, Zenobia Camprubí, María Lejárraga, Elena Fortún o María Teresa León. Profesora de Pedagogía en la Universidad Central, no dejó de viajar y dar conferencias por todo el mundo, incluyendo su participación como representante de España en el Congreso de Educación de California (1923) y su colaboración con la Hispanic Society of America.

El estallido de la Guerra Civil la sorprendió en Biarritz, desde donde volvió inmediatamente a Madrid para encontrarse con su destitución como directora de la Residencia de Señoritas y el fusilamiento de su hermano Ramiro. El choque entre sus convicciones liberares y el drama familiar y personal que sufrió supuso un duro golpe que la llevó a replantearse su ideología. Instalada en Argentina, a partir de entonces defendió unas posiciones fuertemente marcadas por el pensamiento de su hermano en las que reivindicaba las raíces cristianas de España y unos valores nacionalistas.

Desde su residencia en Argentina se dedicó a difundir la obra de Ramiro de Maeztu al mismo tiempo que continuaba con sus escritos sobre pedagogía. Su gran éxito editorial fue Antología. Siglo XX. Prosistas españoles. Semblanzas y comentarios, selección de lecturas para alumnos de bachillerato que durante muchos años se mantuvo como un manual de referencia. Tras visitar esporádicamente España, su intención era volver a vivir a su país de nacimiento, pero en 1948 murió repentinamente mientras se encontraba en un balneario de Mar del Plata. Su labor pedagógica tuvo una influencia duradera en algunas de las propuestas más innovadoras y progresistas que se mantuvieron durante la dictadura gracias a la labor de algunas de sus discípulas.

(Servicio de Información Bibliográfica)