Novelista, poeta y dramaturga nacida en Madrid, pese a ser una de las escritoras españolas más leídas del siglo XVII, quizá con una popularidad solo comparable a la de Cervantes o Quevedo, poco se sabe sobre su vida.

Uno de los grandes olvidados si lo comparamos con alguno de sus coetáneos de la generación del 98 aunque en vida sí que gozó de fama tanto por sus crónicas periodísticas como por sus críticas teatrales.

Es el escritor más interesante de la generación del 98, y sus lectores y los estudiosos de su obra no han dejado de crecer desde entonces.

Periodista, poeta, dramaturgo, director de escena, guionista y traductor. Nació en Gijón en 1898 y murió en Haedo, Provincia de Buenos Aires, en 1943.

Joaquín Dicenta nació en Calatayud en 1862. Hijo de militar, pasó su infancia entre Madrid y Alicante, hasta que, muerto su padre, ingresa en la Academia de Artillería de Segovia (1878), de la que es expulsado a los pocos meses.

Dramaturga sevillana del siglo XVI, considerada la primera mujer en publicar una obra dramática en el Siglo de Oro de la que se tenga constancia.

Si no fuera por la secular división de España, que habría de helarle el corazón, Antonio Machado podría ser considerado el poeta nacional.

Novelista, ensayista y directora teatral, perteneciente a la “Generación de la República” más conocida como “Generación del 27”, nació en Logroño el 31 de octubre de 1903.

Actor, director y autor teatral, y traductor, José María Toribio Alzaga Anabitarte nació en San Sebastián el 16 de abril de 1861.

Ensayista, poeta, dramaturgo, matemático, médico, astrólogo, alquimista, costurero, músico, bailarín, torero… Fue uno de los personajes más polifacéticos y singulares del siglo XVIII español.

Erudito y folklorista nacido en Osuna (Sevilla), su padre se ocupó de su educación tras la temprana muerte de su madre, cuando solo contaba con nueve años. En 1869 obtuvo el título de Bachiller, lo que le proporcionaría su seudónimo más habitual, El Bachiller de Osuna.

Dramaturgo y libretista madrileño, hijo del famoso Mariano José de Larra, disfrutó de un enorme éxito en la segunda mitad del siglo XIX, cuando fue uno de los autores teatrales y de zarzuelas más representados y aplaudidos, aunque hoy ha quedado olvidado en parte ensombrecido por el enorme influjo de su padre.