¿Dónde viven las estudiantes? Algunos apuntes sobre la Residencia de Señoritas

¿Dónde viven las estudiantes? Algunos apuntes sobre la Residencia de Señoritas
7 de Mayo de 2024

A comienzos del siglo XX hubo quien pensó que la modernización de España no sería posible sin la incorporación de las mujeres a la educación y a la cultura, indispensable para ocupar el papel que les correspondía en el terreno social, laboral y político. Es bien sabido que la llegada de las mujeres al sistema educativo español fue un proceso lento y tardío, pero en 1910 ya empezaba a resultar llamativo que a las mujeres no se les permitiese desarrollar estudios superiores legal y oficialmente. De modo que el 8 de marzo de ese año se deroga la ley de 1888, que exigía a las mujeres permiso previo de las autoridades académicas para matricularse en los centros superiores de enseñanza oficial. Esto no significa que hasta entonces no hubiera habido mujeres formadas académicamente, pero ya estaban cansadas de asistir a las clases disfrazadas de hombres, no todas tenían el nivel adquisitivo para proporcionarse una formación privada y, además, esos estudios ni siquiera eran reconocidos y no se les extendía el consiguiente título académico.

Sin embargo, la Orden de 1910 no despejaba totalmente la senda universitaria de las mujeres. Permanecían el recelo social y la discriminación. Lo cuenta muy bien María de Maeztu en una magnífica entrevista concedida a Josefina Carabias en 1933:

"Comencé a estudiar la carrera de Filosofía y Letras y me matriculé en la Universidad de Salamanca. Recuerdo que la primera vez que fui a examinarme desde Bilbao coincidí en el tren con los estudiantes de Deusto. Los muchachos me miraban como a un bicho raro, y en todo el viaje no dejaron de hacer comentarios, bastante desfavorables para mí. El hecho de que una mujer joven viajase sola era considerado casi tan reprobable como el que estudiase una carrera".

Además de superar los prejuicios y el machismo, las familias liberales de provincias que decidían permitir que sus hijas accedieran a la formación superior se encontraban con otro obstáculo: ¿dónde viven las estudiantes? Retrocedamos un poco para entender las circunstancias en las que nació la Residencia de Señoritas.

Residencia de señoritas
Estampa (15/04/1930)

La Institución Libre de Enseñanza (ILE), heredera de los postulados krausistas, fue una experiencia pedagógica que venía desarrollándose en España desde 1876, que tuvo una repercusión importante en la vida intelectual española y constituyó una vía emancipadora para algunas mujeres pertenecientes a la burguesía, interesadas en seguir su formación más allá de la alfabetización y la costura. Profesores como Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo Azcárate o Nicolás Salmerón, favorecieron una muy necesaria renovación pedagógica y apoyaron la educación de las niñas en las mismas condiciones que la de los niños.

Además de la ILE, hubo otra institución que luchó en España por la mejora educativa de las mujeres, se trata del International Institute for Girls in Spain. Un proyecto liderado por la pedagoga Alice Gordon Gulick, fundado en 1892, que recibía el apoyo económico de la asociación protestante estadounidense American Board of Commissioners of Foreign Missions, dedicada al establecimiento de misiones evangelizadoras. La pedagoga ya había fundado un Colegio Norteamericano con sede primero en Santander, después en San Sebastián y, debido al conflicto entre los dos países en 1898, se trasladó a Biarritz. El objetivo de Gulick era convertir su centro educativo en una institución femenina de educación universitaria y lo consiguió gracias al contacto con la ILE, que le había proporcionado su amistad con Emilia Innerarity, esposa de Gumersindo Azcárate, con la que había compartido aula en el Mount Holyoke de Massachusetts. A partir de ahí y dado que Gulick consideraba que existían paralelismos entre su proyecto y los principios de la ILE, se establecieron las sinergias suficientes como para aceptar la recomendación de establecer su centro educativo en Madrid. Para ello, se adquirieron diferentes edificios y solares en torno al número 53 de la madrileña calle Fortuny, inaugurando el Instituto Internacional en 1903, mientras edificaban la sede de Miguel Ángel, 8, abierto en 1910.

Por otro lado, en 1907 se había creado la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), estrechamente relacionada con la ILE, cuyo objetivo era promover la investigación y la educación científicas en España, que se había propuesto mejorar la vida de los estudiantes a través de residencias y asociaciones. En 1910 abrió sus puertas la flamante Residencia de Estudiantes, al principio establecida en la calle Fortuny 30, muy cerca del Instituto Internacional, y luego trasladada a su actual sede en la calle Pinar, zona conocida como la Colina de los Chopos.

El Instituto Internacional colaboraba con la JAE cediendo sus instalaciones para el alojamiento de las mujeres que acudían desde diferentes países a los cursos de verano que organizaba el Centro de Estudios Históricos, mientras que los varones lo hacían en la vecina Residencia de Estudiantes. Sin embargo, la labor del Instituto se vio comprometida por la drástica reducción de fondos a consecuencia de la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial. Esta circunstancia fue muy beneficiosa para el grupo femenino de la Residencia, que se había creado en 1915 a petición de una miembro de la JAE, la pedagoga María de Maeztu. En 1916 el Instituto Internacional, en el que Maeztu daba clases y que tenía verdaderos problemas para rentabilizar sus instalaciones, aceptó la proposición de la pedagoga de unificar los dos centros, de modo que se cedió a la JAE el edificio de Fortuny 53, con la condición de que se utilizara para la formación de mujeres.

María de Maeztu
María de Maeztu Estampa (24/06/1933)

Por lo tanto, ya podemos responder a la pregunta que nos hacíamos al principio: por un lado la Real Orden de 1910 permitía a las mujeres la libre entrada en la universidad y, por otro, tenemos nada menos que a María de Maeztu, capitaneando la conocida como Residencia de Señoritas -que además de señoritas eran estudiantes y profesionales- que ofrecía un lugar adecuado a las jóvenes que llegaban a Madrid con el objetivo de cursar estudios universitarios o de preparase para obtener un empleo que les proporcionase independencia y seguridad económicas.

Cualquier sitio es bueno para estudiar; las azotas, por ejemplo (Estampa (Madrid. 1928). 24/6/1933)
Cualquier sitio es bueno para estudiar: las azoteas, por ejemplo. Estampa (24/06/1933)

Como una versión anticipada de Una habitación propia de Virginia Wolf, María de Maeztu sabía muy bien lo importante que es disponer de un alojamiento adecuado para el estudio y la formación. Ella misma hubo de alojarse en una pensión de la calle Carretas de Madrid cuando llegó a la capital para cursar su doctorado en 1909. Tal y como confesaba en la entrevista de 1933:

Allí no había modo de estudiar. Voces, riñas, chinches, discusiones y los constantes ruidos de la calle me impedían dedicarme al trabajo. Comprendí que no habría muchacha de provincias que se decidiera a venir a costa de aquello, y se me ocurrió que a las futuras intelectuales había que proporcionarles un hogar limpio, cómodo, cordial y barato, semejante a los que ya existía en el extranjero.

Durante el curso 1915-1916, había 145 universitarias en todo el país, de las que 60 estudiaban en la Universidad Central de Madrid por libre y solo se desplazaban para hacer los exámenes. La Residencia de Señoritas se inauguró con tres estudiantes catalanas, al final del curso ya eran diecisiete residentes, el segundo año la cifra aumentó a cincuenta, el quinto año eran cien y en 1933, a pesar de que las solicitudes ascendían a 500, no se podía acoger a más de 350 residentes, el máximo posible que ofrecían las instalaciones disponibles. Su éxito fue enorme y se cursaban muchas más solicitudes para el grupo femenino de la Residencia que para el masculino. En 1933 se inauguró un nuevo pabellón, construido por Carlos Arniches en el jardín de Fortuny 53.

La JAE, presidida por Santiago Ramón y Cajal, había aceptado el proyecto pedagógico igualitario, laico y liberal de Maeztu, que tomaba como modelo los Colleges norteamericanos, no tanto para responder a una demanda, que por otra parte no existía, sino para crear en las jóvenes la necesidad de continuar su formación cursando estudios superiores, objetivo que la pedagoga cumplió con creces.

Las familias confiaban sus hijas, para las cuales en muchas ocasiones era la primera vez que salían de su entorno, a una mujer que se había ganado el respeto de sus contemporáneos por su inteligencia, formación, integridad y buenas relaciones con lo más granado de la sociedad de su momento. Maeztu había viajado a Gran Bretaña, Bélgica, Suiza, Italia, Alemania, conocía sus sistemas educativos y tenía muy claro cómo había que hacer las cosas para hacerlas bien.

Se trataba de familias procedentes de cualquier provincia española, a veces muy alejadas de Madrid, de clase media en muchos casos, ideológicamente diversas, pero comprometidas con el futuro vital de sus hijas, que entendían que la autonomía de las mujeres y su incorporación de pleno derecho a la vida social y profesional empezaba a ser urgente y necesaria. Circunstancia que contribuyó enormemente a la modernización y enriquecimiento cultural y social del país.

Podemos imaginar la abrumadora responsabilidad que adquirían las jóvenes que cruzaban el umbral de Fortuny 53, siendo conscientes de que todo el país las observaba con atención y fiscalizaba tanto su rendimiento académico como su conducta. Sin embargo, lo hacían con ilusión y muchas ganas porque la Residencia les proporcionaba algo que quizá ahora ya no se interprete como parte de un todo: educación, esfuerzo y felicidad.

La Residencia ofrecía la formación necesaria para la profesionalización de las mujeres. Enseñanza de idiomas, clases de cultura general, asignaturas específicas de ciencias, letras y bellas artes, preparación de oposiciones, conciertos, excursiones, deportes y conferencias. María Zambrano y Julián Marías daban clases de filosofía, Maruja Mallo enseñaba dibujo y María Montessori impartió un ciclo de conferencias sobre su método pedagógico. Las visitaron Marie Curie, Victoria Ocampo, María Lejárraga, Zenobia Camprubí, Lorca hizo su primera lectura de Poeta en Nueva York y recibieron la visita del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. Puesto que la Residencia de Señoritas y la de Estudiantes formaban parte del mismo proyecto pedagógico, las actividades propuestas estaban abiertas a cualquiera de los centros, por lo tanto las estudiantes pudieron asistir a eventos protagonizados por Einstein, Gabriela Mistral, Clara Campoamor, Bartolomé Cossío, Eugenio d’Ors , Gregorio Marañón, María Goyri, Concha Méndez y Ortega y Gasset, entre muchos otros.

La biblioteca se convirtió en el centro de la vida intelectual de la Residencia. Abierta durante catorce horas al día, ocho de ellas con la presencia de bibliotecarias, contaba con más de 12.000 volúmenes, además de publicaciones periódicas españolas y extranjeras.

Residencia de señoritas
La biblioteca de la Residencia de Señoritas se ve estos días concurridísima (Estampa (24/06/1933))

La Residencia compartía con el Instituto Internacional tanto el equipo docente como un laboratorio de Química, el Laboratorio Foster. Fundado por Mary Louise Foster, consciente de que las estudiantes españolas necesitaban un lugar para desarrollar sus prácticas porque la Universidad Central se las negaba. En su laboratorio se formó nuestra primera generación de científicas, mujeres que en la mayoría de los casos vieron truncada su brillante carrera a consecuencia de la guerra y el matrimonio.

Es el caso de Mª Paz García del Valle, especialista en espectroscopia, formada en el equipo de Miguel Catalá en el Instituto Nacional de Química y Física y becada en Harvard. Tras la guerra dejó su trabajo para casarse con el arquitecto Arturo Roldán Palomo, tuvo siete hijos. O el de Dorotea Barnés, becada en la Universidad de Yale, Harvard, Columbia y en el laboratorio austríaco, Karl Wilhelm Friedrich Kohlrausch, centro que la capacitó para ser la responsable de la introducción de la espectroscopia Raman en España. Su marcha al exilio junto a su marido y su hija, sumado al expediente de depuración en 1941, acabaron con su carrera. Sin embargo, muchos años después confesaría “A mí me retiró de la ciencia mi marido”.

La JAE se había propuesto que una vez puestas en marcha las residencias, habiendo proporcionado edificios, instalaciones, becas y sueldo del personal directivo, los centros debían ser capaces de funcionar por sus propios recursos a través de las cuotas que pagaba el alumnado, las cuales debían cubrir dichos gastos. En ese sentido, la Residencia de Señoritas siempre mantuvo tarifas inferiores a la de Estudiantes, debido a que para ellas siempre estuvo abierta la posibilidad de trabajar en tareas docentes, de gestión administrativa y bibliotecaria, incluso labores domésticas de la propia residencia. Estos trabajos repercutían en cuotas y eso hizo que pudieran llegar a Madrid jóvenes de cualquier parte del país que lograron acceder a una formación superior gracias al esfuerzo de sus familias y a la capacidad de trabajo de las muchachas.

De modo que por allí pasaron como residentes personalidades del siglo XX, protagonistas de nuestra Edad de Plata, además de las mencionadas anteriormente, figuras como Victoria Kent, Matilde Huici, Delhy Tejero, Josefina Carabias, María Moliner o Concha Espina. En los salones de la Residencia de Señoritas nacieron instituciones fundamentales para la defensa de los intereses de las mujeres como Lyceum Club Femenino y la Asociación Universitaria Femenina.

Emilia Pardo Bazán, recuerda la última vez que tuvo ocasión de coincidir con María de Maeztu con estas palabras: “algunas de esas flores las sembré yo, no lo olvide María”.

La victoria franquista significó la desaparición de todas las instituciones de la JAE. La Residencia de Señoritas volvió a abrir sus puertas como Colegio Mayor Teresa de Jesús, bajo la dirección de Matilde Marquina García, miembro destacado de la Sección Femenina de la Falange.

En la actualidad, el edificio lo ocupa la Fundación Ortega-Marañón, que alberga y custodia el Archivo original de la Residencia de Señoritas, que conserva la correspondencia que mantuvo María de Maeztu con sus alumnas, las familias de las alumnas y los más destacados personajes de su tiempo como Azorín. Pío Baroja, Unamuno o Valle Inclán.

 

 

 

La Residencia de Señoritas en la prensa

Bibliografía

  • Azcuénaga Cavia, M. del C., Caballero Garrido (coord.) E. (2010). La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: Historia de sus centros y protagonistas (1907-1939). Trea; Asociación Nacional de Estudiantes e Investigadores Siglo XXI.
    12/709839
     
  • Congreso Internacional 100 JAE 2o 2008 Madrid. (2010). 100 JAE: La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en su centenario: Actas del II Congreso Internacional celebrado los días 4, 5 y 6 de febrero de 2008. Fundación Francisco Giner de los Ríos; Publicaciones de la Residencia de Estudiantes.
    12/774883 V. 2
     
  • El laboratorio de España: La Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1907-1939: [Exposición]. (2007). Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales: Residencia de Estudiantes.
    9/55993
     
  • Lemus López, E. (2022). Ellas: Las estudiantes de las residencias de señoritas (1a edición, 2022). Cátedra.
    9/295598
     
  • Puig Samper, M. Á. (2007). Tiempos de investigación: JAE-CSIC, cien años de ciencia en España. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
    9/280235

Comentarios

Jose Andrés

Muy interesante. Grandes intelectuales tuvo España y mucho hicieron por promover la cultura y la educación.

Ignacio

Estupendo texto y estupendas fotografías. Como colofón, recomiendo las páginas 292-315 de la obra citada, y premio nacional de Historia 2023, de Encarnación Lemus López, Ellas. Las estudiantes de la Residencia de Señoritas, al abordar la biografía de algunas futuras bibliotecarias que pasaron por la Residencia y su azaroso destino durante y después de la Guerra Civil.

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